El alma bondadosa del Coro Ángela Peralta salió a relucir nuevamente la noche del pasado jueves cuando sus voces ofrecieron una Gala de Zarzuela a dos pianos a beneficio del Orfanatorio Mazatlán.
El público pudo disfrutar lo más celebrado del género musical español con la actuación estelar de Marysol Calles, Juan Fernando Martínez y el maestro Antonio González, fundador del Coro Ángela Peralta, quien compartió el acompañamiento al piano con su discípulo, maestro Sergio Castellanos.
Más de cincuenta artistas hicieron posible esta jocosa y caritativa velada musical en la que estuvo presente la maestra María Murillo, directora de la agrupación polifónica perteneciente al Instituto de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán.
Algunas de las piezas interpretadas fueron: Preludio de El Barberillo de Lavapiés; La java de las viudas, Pichi y Los nardos de Las Leandras; Los vareadores y Mazurca de las sombrillas de Luisa Fernanda; Carceleras de las Hijas del Zebedeo, entre otras más.
Al iniciar el evento la Dra. Gloria López Gavito a nombre del patronato del Orfanatorio agradeció infinitamente el apoyo del público, del Coro Ángela Peralta, de los maestros María Murillo y Antonio González y del Instituto de Cultura de Mazatlán que dirige Raúl Rico González, pues su participación en este evento anual ayudó a recabar recursos para cubrir las necesidades del Orfanato que da amor, atención, techo, alimentos, vestido, educación y asistencia médica a niñas que viven en condiciones de alta vulnerabilidad.
“Les agradecemos porque es difícil tener en cuenta que este trabajo toma muchos años pero que da frutos todos los días cuando vemos a las niñas tomar decisiones, cuando vemos a las niñas interesarse por otras cosas como la música, como los ejemplos que tenemos aquí, cuando quieren tocar un instrumento, cuando quieren aprender a jugar futbol, cuando quieren aprender a boxear, todas esas cosas, todas esas maravillas, son las que nos alientan a seguir en este camino”, destacó.
Actualmente el Orfanatorio Mazatlán asiste a niñas a través de distintos programas, niñas sin o con el cuidado de los padres que forman parte del programa de resguardo voluntario porque su familia está pasando por una situación tan difícil que no les pueden garantizar sus derechos humanos.