CIUDAD DE MÉXICO/ La Jornada.- El adiós a una leyenda del cine y el teatro mexicano se convirtió en un emotivo homenaje lleno de música, aplausos y reconocimiento. El Palacio de Bellas Artes, máximo recinto cultural del país, fue el escenario donde colegas, amigos y seguidores se congregaron para dar el último adiós a Silvia Pinal, la «Diva del cine mexicano».
A partir de la una de la tarde, la carroza fúnebre partió con los restos de la icónica actriz rumbo a la funeraria J. García López del Pedregal, donde serán incinerados.
Desde temprana hora, la explanada del Palacio de Bellas Artes se llenó de admiradores que, entre flores y pancartas, aguardaban la salida del féretro. Poco después de las 13 horas, cuando el cortejo comenzó su recorrido hacia la funeraria, el sonido del aplauso unísono retumbó con fuerza. La multitud dedicó varios minutos de ovación a la actriz, en una despedida que fue tanto un homenaje a su carrera como una celebración de su vida.
La música fue el telón de fondo de este último adiós. Las notas de piezas clásicas acompañaron el momento, como un eco que recordaba la pasión de Pinal por las artes escénicas.
Silvia Pinal fue mucho más que una actriz: fue un símbolo de la época de oro del cine mexicano, figura fundamental del teatro y la televisión, y una inspiración para varias generaciones de artistas. Su legado abarca más de seis décadas de trabajo incansable y una filmografía que incluye obras maestras del cine internacional, como las dirigidas por Luis Buñuel.
Las lágrimas de los asistentes contrastaron con las sonrisas que evocaban sus recuerdos de la artista. Para muchos, Silvia Pinal no se va; simplemente, sube el telón en otra dimensión.
El eco de los aplausos perdura: la última gran ovación de México a su eterna diva.