
Frente al espejo, con las zapatillas de mamá un poco grandes y un vestido que arrastraba por el suelo, muchas niñas juegan a ser reinas.
Se imaginan desfilando en un carro alegórico cubierto de flores y saludando con la elegancia de una verdadera soberana.
Con una corona improvisada y el brillo en los ojos, sueñan con el día en que ese juego deje de ser solo fantasía.
Para Ángela Salazar y Ximena Lizárraga, ese momento llegó.
Ambas niñas participaron en el certamen para convertirse en Reina Infantil del Carnaval Internacional de Mazatlán 2025, un camino lleno de emoción, desafíos y sobre todo, mucha ilusión.
DEL JUEGO A LA PASARELA: EL CAMINO A LA CORONA

Convertirse en candidata no es solo cuestión de desearlo; es un proceso que requiere compromiso y dedicación.
Las niñas que aspiran a la corona deben cumplir ciertos requisitos, como tener entre 6 y 10 años y residir en Mazatlán.
Una vez seleccionadas, comienza la verdadera aventura: sesiones fotográficas, ensayos de pasarela, presentaciones públicas y entrevistas que las preparan para brillar en el escenario.
Pero detrás de cada sonrisa y cada saludo al público, hay tardes de práctica en casa, frente al espejo, ajustando la postura, ensayando el giro perfecto y aprendiendo a transmitir confianza.
Para ellas, no es solo una competencia, sino la oportunidad de vivir algo que han soñado desde pequeñas.
UN ESFUERZO QUE MERECE RECONOCIMIENTO

El certamen de Reina Infantil no es solo una elección basada en belleza, sino en carisma, entusiasmo y amor por el carnaval.
Ángela Salazar, quien finalmente se convirtió en la soberana infantil de este año, demostró desde el inicio su pasión y alegría, contagiando a todos con su energía.
Por otro lado, Ximena Lizárraga también destacó con su simpatía y dedicación, demostrando que el verdadero valor de esta experiencia está en el aprendizaje y el crecimiento personal.
Ambas niñas, con su esfuerzo y compromiso, enriquecieron el Carnaval de Mazatlán 2025, llevando a cada rincón la magia de la infancia y el orgullo de representar a su ciudad.
UN SUEÑO QUE PERMANECE EN EL CORAZÓN

Cuando las luces del carnaval se apaguen y la música se detenga, quedará en ellas el recuerdo de cada momento vivido.
La emoción de los aplausos, la ilusión de la corona y la satisfacción de haber formado parte de una de las tradiciones más importantes de Mazatlán.
Porque ser reina no es solo portar una corona; es encarnar la alegría, la ilusión y la magia del carnaval.
Y aunque muchas niñas seguirán jugando frente al espejo, ajustando las zapatillas de mamá y soñando con el gran día, sabrán que con esfuerzo y pasión, ese juego algún día puede convertirse en realidad.